
Se inicia entonces un nuevo periodo en la Hispania Visigoda, en el cual la Iglesia colabora activamente con la monarquía a través de los Concilios, en los que participan los obispos más notables de Hispania, entre ellos los de Begastri. Durante el tiempo que rigió la monarquía visigoda, la convocación de los Concilios (dieciséis en total) era prerrogativa prácticamente exclusiva del Rey. Los Concilios del reino visigodo se transformaron con el tiempo en una fuente importante del derecho eclesiástico, donde realizar consultas sobre aspectos litúrgicos, disciplinarios y de la praxis pastoral. Los cánones de un Concilio se resumían en el siguiente y así sucesivamente hasta que se llegaron a formar colecciones de cánones. Al menos desde el siglo VI después de Cristo el asentamiento de Begastri se convertiría en ciudad episcopal, sede de obispos de la diócesis de Begastri, que firman en todos los concilios de Toledo del siglo VII.